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Miembros del Laboratorio de Paleoecología Humana de la FCEN, realizaron tareas de investigación y extensión en Las Loicas, Malargüe

imagen Miembros del Laboratorio de Paleoecología Humana de la FCEN, realizaron tareas de investigación y extensión en Las Loicas, Malargüe

Miembros del Laboratorio de Paleoecología Humana de la Facultad (CONICET-FCEN-UNCuyo) realizaron tareas de investigación y extensión  en la localidad de Las Loicas, departamento de Malargüe durante abril/mayo del corriente año.

Dichas actividades se enmarcan en el proyecto PICTO (UNCuyo-Agencia de Promoción Científica y Tecnológica) “El volcanismo holocénico y su impacto sobre los ambientes y el proceso de poblamiento humano de la cordillera central y sur de Mendoza”, bajo la dirección del Dr. Víctor Durán.

El Proyecto

La presencia de volcanes activos en la Cordillera de los Andes ha generado, a lo largo de todo el Holoceno, eventos que depositaron importantes cantidades de tefras en diferentes sectores del territorio mendocino, aún en tiempos recientes. Las lluvias de material piroclástico (cenizas y lapillis) pueden llegar a producir efectos muy importantes sobre el ambiente, como ocurrió con la erupción de 1932 del Quizapú, que causó daños en las economías regionales e incluso aumentó la desertificación en estas zonas.

Este fenómeno de espacios “ahogados” por piroclastos se ha repetido en los últimos 10.000 años. Numerosos volcanes de la cordillera (volcanismo de arco) y de la planicie oriental (volcanismo de retro-arco) han afectado con sus erupciones explosivas y efusivas a las sociedades humanas. Produciéndose, en algunos casos, el despoblamiento de áreas extensas por períodos prolongados de tiempo. Este proceso natural se repetirá en Mendoza. Los volcanes activos, que están ubicados en territorio nacional y chileno, harán erupción en algún momento.

Durán sostiene que el estudio interdisciplinario de registros geológicos, geomorfológicos, biológicos y arqueológicos como éste, busca definir las áreas de dispersión antiguas y modernas de los piroclastos, sus focos de origen, las características geomorfológicas y climáticas que permitan inferir los procesos de dispersión y acumulación de material piroclástico y los efectos causados sobre el ambiente.

Dentro de este proyecto también se han propuesto estudios antropológicos y sociológicos destinados a evaluar cómo aprovechan las poblaciones rurales los recursos bióticos y abióticos y cómo perciben el riesgo volcánico. Aplicando estos resultados al armado de políticas de gestión de riesgos naturales, el gobierno provincial y los municipales podrán mitigar las consecuencias del impacto inevitable de eventos volcánicos de magnitud.

Arqueología en Las Loicas

Inés Zonana, Darío Trillas, Sol Zárate, Víctor Durán y Alejandra Gasco, llevaron a cabo una excavación arqueológica en una cueva de origen volcánico y erosión fluvial. La misma forma parte de un conjunto de tres cuevas, utilizadas por los pobladores incluso en la actualidad, como refugio para el ganado caprino en época invernal. Miembros del equipo del LPEH habían realizado con anterioridad -2017- un sondeo exploratorio comprobando el riquísimo potencial arqueológico de la cueva.

En cuanto a la excavación, se montó en la parte central de la cueva una trinchera de dos m2. El estrato superficial de la cueva está compuesto por un sello de guano caprino suelto y luego compacto (por pisoteo), que en adición a las condiciones climáticas (frío y aridez), generó un ambiente propicio para una excelente conservación del registro arqueológico, sobre todo el vegetal. Se alcanzó una profundidad de 1 m aproximadamente y se halló variedad de restos antrópicos, vinculados fundamentalmente al acondicionamiento de la cueva para su uso.

El registro está conformado por una gran cantidad y variedad de restos vegetales -sobre todo en forma de 'camadas', acondicionamiento de pastos que se utilizaba para acostarse-, semillas, cuentas de collar y botones de concha marina, huesos de diferentes animales -camélidos, roedores, etc., e instrumentos manufacturados sobre dichos huesos -agujas y punzones, por ejemplo-, algunos desechos de talla lítica sobre obsidiana,  cestería y cordeles de fibra vegetal y animal, fragmentos de cuero, y huesos humanos desarticulados. Además, se encontró una gran cantidad de carbón y fogones y se determinaron capas de sedimento conformadas exclusivamente por cenizas volcánicas.

La variabilidad de restos arqueológicos y su excelente estado de conservación hace que el sitio se muestre altamente interesante a los ojos de los investigadores, dado que no es frecuente hallar material en esas condiciones. Todo el registro recuperado está en proceso de inventariado, clasificación y análisis en el LPEH, facultad de Ciencias Exactas y Naturales.

Colaboraron en la tarea de caracterización de la cueva y del paisaje, geólogos de la Universidad de Buenos Aires que forman parte del PICTO (Dr. Diego Winocur, Anahí Benítez, Mercedes Perissé y Nicolás Ballatore).

Se prevee la continuación de las excavaciones para el mes de octubre, mientras tanto se llevan adelante actividades de extensión y vinculación con la comunidad. En este marco, Jimena Paiva, Inés Zonana y Alejandra Gasco participaron también en el mes de mayo de una tradicional actividad vinculada a la crianza del ganado carpino: la entrega de los reproductores. El trabajo etnográfico realizado implicó la utilización de herramientas propias de esta disciplina: observación participante, entrevistas, registro audiovisual y fotográfico; además, se trabajó con el personal de la Escuela primaria para diseñar y coordinar una salida a terreno de los alumnos.

Energía Solar al servicio de la Arqueología

La última campaña arqueológica (abril/mayo de 2018) contó con la incorporación de un pequeño sistema solar portatil para poder renovar el aire de la cueva, extraer el polvo que se genera durante la excavación e iluminar el fondo de la cuadrícula.

El Ing. Gastón Clement, referente del área de Energía Solar del Instituto de Energía de la UNCUYO, diseñó un sistema off grid el cual consta de un módulo FV de 12Wp, una batería 7,2Ah, 2 coolers de 120 x 120mm y 2 módulos de 3 led de luz blanca. El diseño del extractor de aire se construyó a partir de 2 coolers y un ducto flexible extensible de 7 metros de longitud. Este ducto permitió retirar el polvo en suspensión de la cueva de forma continua durante todas las horas de excavación permitiendo un fácil traslado debido a su bajo peso y capacidad de compactación. El sistema fue diseñado para poder hacer funcionar los equipos sin necesidad de uso de la batería durante períodos de buena radiación solar y apoyarse solamente en esta durante días nublados o en caso de que la excavación se extienda fuera del horario diurno. Se previó que la batería se cargara durante la noche en el hospedaje de los arqueólogos.

 

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