El próximo martes 2 de julio ocurrirá un fenómeno astronómico más que singular: el Sol quedará oculto detrás de la Luna y la oscuridad reinará durante algunos minutos antes del atardecer. Varias localidades de nuestro país serán sitios privilegiados para presenciar el tan esperado evento.
Según cuenta la Licenciada en Física Belén Planes, egresada y docente de FCEN, y Becaria doctoral de CONICET en la Universidad de Mendoza, grupo SIMAF, un eclipse “sucede cuando el sol, la tierra y la luna están alineados y pueden ser de dos tipos: eclipses lunares, en los que la Tierra está entre la luna y el sol. En este caso, la proyección de la sombra terrestre hará que la luna llena desaparezca del cielo. Existen tres clases de eclipses lunares: el total, cuando la luna llena desaparece totalmente; el parcial, cuando desaparece una parte, y el penumbral, que es cuando la luna se oscurece pero no desaparece por completo”.
Y detalla: “La duración de estos eclipses dependerá del punto orbital de la luna: si está en su distancia máxima a la Tierra (apogeo), a unos 400.700km, donde la velocidad orbital es menor, el eclipse tendrá su mayor duración. El otro extremo es el perigeo, donde la distancia a la Tierra es mínima y es de 356.400km. En enero tuvimos la suerte de presenciar un eclipse lunar completo”.
Los eclipses solares, explica, “son más espectaculares y ocurren cuando la Luna se coloca entre el Sol y la Tierra. Puede ser total, parcial o anular. En el eclipse total de sol la Luna cubre totalmente al sol; en el parcial solo una parte es cubierta. El tipo anular ocurre cuando la luna está en su apogeo. El tamaño aparente de la misma es menor y no llega a cubrir todo el disco solar; permanece un anillo visible”.
En menos de una semana estaremos frente un eclipse solar total. “Si bien hay dos eclipses de Sol, en promedio, por año, existe una baja probabilidad de que el evento se repita en un mismo punto de la Tierra. De hecho, solo pasa una vez cada 360 años”, destaca.
Durante un eclipse solar total, el disco lunar atraviesa el cielo y tapa por completo el Sol. Esto sucede porque, desde nuestra perspectiva, tanto la Luna como el Sol tienen un tamaño aparente similar. Aunque el Sol es, en realidad, 400 veces más grande que la Luna, la distancia a la que se encuentra de la Tierra es aproximadamente 400 veces mayor que la del satélite natural. Entonces, desde la superficie terrestre, ambos se ven con un tamaño similar.
En la Tierra, explica Planes, el fenómeno puede presenciarse si estamos en la "banda de totalidad", una franja sobre la superficie del planeta desde la cual el eclipse ve como total. En cambio, si uno se encuentra fuera de la banda, pero cerca de ella, puede verlo como un eclipse parcial. Para el evento del martes, la franja pasa por el océano Pacífico y por Chile, y hacia el atardecer va a estar en Argentina. En nuestro país, la “banda de totalidad” pasará por el norte de San Juan y San Luis, el sur de La Rioja, Córdoba y Santa Fe y el norte de Buenos Aires.
Desde esos puntos, lo que se observará es que súbitamente se hará de noche. La oscuridad será tal que se podrán ver planetas, estrellas e, inclusive, la corona solar. Además, la temperatura descenderá porque dejaremos de recibir momentáneamente la radiación solar. Los dos minutos que durará esta “noche brevísima” puede incluso llegar a desorientar la vida de algunos animales nocturnos que creen que el día ha terminado.
En Mendoza, estaremos cerca de la “banda de totalidad”. Por lo tanto, el eclipse será parcial, alcanzando una cobertura del 96%. El punto máximo se alcanzará a las 17.39, pero todo el proceso de ocultación solar transcurrirá completo entre las 16.25 y las 18.25.
Cuidados cruciales para observar el eclipse
“Que recibamos solo el 4% de la radiación solar no reduce el riesgo que implica mirar el Sol sin la protección adecuada”, alerta Planes. “Observarlo directamente siempre puede provocar daño irrecuperable. En condiciones normales, a los pocos segundos de mirarlo, se nos cierra el párpado como mecanismo de defensa. En el caso de un eclipse, uno puede sentirse engañado y pensar nos afectaría menos, pero no es así”.
El cubrimiento parcial del Sol puede convocar a las personas a observar detenidamente el fenómeno. “Uno puede llegar a creer que un 4% de la luz es poco, pero equivale a la luz de miles de lunas llenas juntas. De hecho, ese 4% alcanza para que siga siendo de día y que todo continúe normalmente”, cuenta la Física.
El daño que el Sol puede causarnos es irreversible. Por lo tanto, se aconseja no mirar el eclipse de forma directa, ni siquiera usando anteojos de sol o placas radiográficas. Planes aclara que “el único filtro certificado es el que está etiquetado como ISO 12312-2. También hay algunos métodos caseros para ver el eclipse. Uno consiste en verlo de forma reflejada en un estanque o en un recipiente con agua. Esa luz nos llega ya polarizada, por lo que no será dañina. Sin embargo, esto no será muy útil en Mendoza porque el eclipse ocurrirá muy cerca del horizonte”.
Otra forma de verlo, cuenta, es con una cámara oscura, la cual se puede armar con elementos que se tienen en la casa: papel aluminio, una hoja de calcar y cartón. Este es un método muy difundido en internet y es totalmente seguro. “Mucha gente pregunta por las máscaras de soldar, pero también se desaconseja su uso por presentar filtros demasiado bajos; solo los filtros mayores a 12 son seguros”.
Es importante recalcar que es muy peligroso ver el eclipse sin tomar las precauciones necesarias porque el daño producido es irreversible. Una vez que las células del ojo están dañadas, mueren y no hay regeneración alguna. A largo plazo, puede producir cataratas.
Si no se logran las condiciones óptimas para observar el eclipse solar total sin arriesgar la salud, se lo podrá presenciar a través de la página de la NASA, quien trasmitirá el suceso astronómico en vivo en www.nasa.gov/nasalive.
*Licenciada y Profesora en Ciencias Básicas con orientación en Física, docente y egresada de Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNCUYO, y Becaria doctoral de CONICET en la Universidad de Mendoza, grupo SIMAF. Actualmente transita el cuarto año del Doctorado de Astronomía en la Universidad de San Juan.