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Asumieron las nuevas autoridades de la Facultad

La Doctora Julieta Aranibar y la Licenciada Florencia Tarabelli juraron como Decana y Vicedecana respectivamente frente a un auditorio colmado de autoridades, docentes, investigadores, personal de apoyo, egresados/as, estudiantes y referentes de la comunidad mendocina

18 de agosto de 2022, 12:13.

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La Rectora de la Universidad, Cont. Esther Sánchez, le toma juramento a la Decana electa, Dra. Julieta Aranibar.

En el Auditorio de la Facultad asumieron las nuevas autoridades de la FCEN. La Decana, Dra. Julieta Aranibar, y la Vicedecana, Lic. Florencia Tarabelli, conforman la dupla que tendrá a cargo el gobierno de esta Unidad Académica hasta el 2026. El miércoles 17/08, ante una mesa académica compuesta por la Rectora de la Universidad Nacional de Cuyo, Contadora Esther Sánchez; el Vicerrector, Lic. Gabriel Fidel,y el Decano y Vicedecano de mandato cumplido, Dr. Néstor Ciocco y Dr. Mario Del Pópolo, se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino y del Himno de la Universidad Nacional de Cuyo y juraron las nuevas autoridades.

Luego se procedió a la lectura del acta de nombramiento de las nuevas autoridades, y el juramento de la Dra. Julieta Aranibar como Decana y la Lic. Florencia Tarabelli como Vicedecana.

En el acto participaron referentes de la comunidad académica y científica de la región, tales como el Rector de mandato cumplido Ing. Arturo Somoza, miembros del CCT CONICET Mendoza, del Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), de la Unión de Trabajadores sin Tierra (UST), así como también Secretarios y Secretarias, Decanos y Decanas de las Unidades Académicas de la UNCUYO. Hicieron llegar sus salutaciones el director del Instituto Balseiro y el Decano organizador de la FCEN, quien estuvo a cargo del gobierno de la Facultad desde su creación, Dr. Manuel Tovar. 

Palabras de la Decana, Dra. Julieta Aranibar

Compartimos a continuación el discurso pronunciado por la Decana, Dra, Julieta Aranibar, en el acto de asunción:

Estimados y estimadas colegas, estudiantes, compañeros, compañeras, buenas tardes y gracias por estar aquí, compartiendo el inicio de estos 4 años de trabajo conjunto. 

Para expresar la importancia y el significado de estar en este lugar, en este momento, quiero compartir con ustedes algunas historias de vida, que probablemente se entrecrucen con las historias de muchos y muchas de los mendocinos, argentinos e inmigrantes que hemos tenido el privilegio de vivir en este suelo.

Debo esta oportunidad a mis abuelos maternos, que trabajaron la tierra como campesinos, podadores, cosechadores y contratistas en distintas fincas de Mendoza como San Martín, donde tenemos una sede de FCEN, Medrano (Junín), Panquehua (Las Heras), Santa Rosa o Los Campamentos (Rivadavia). A mi abuela, que cuidaba a sus siete hermanos, confeccionaba su ropa, horneaba pan para la semana y elaboraba conservas y dulces en verano para tener provisiones durante todo el año, además de mantener la chacra para la economía familiar. A mi abuelo, que salía a trabajar la viña cuando cantaba el gallo, aunque a veces le fallara el reloj interno y se encontrara en el campo a las 3 de la mañana. De sus historias surge mi interés por el ambiente, el manejo y la distribución del agua y los recursos, el guano de cabra de los para fertilizar las fincas, la rotación de cultivos, los pinches de algarrobo del piedemonte para proteger los jardines de la ciudad cuando comenzaron a trabajar como jardineros, la producción de vino y hortalizas, subsidiadas por el agua, los nutrientes y el trabajo de toda nuestra provincia. 

También a mi padre, inmigrante boliviano, quien llegó a Mendoza en su adolescencia y realizó su secundaria nocturna, al principio trabajando durante el día en los hornos de ladrillo del Borbollón y Algarrobal, luego en distintos comercios de la provincia. En esas historias, y las de otras integrantes de la comunidad boliviana, se evidencia la importancia de mantener la identidad y la diversidad cultural, la emoción por escuchar el Himno Nacional Boliviano, que en mi caso se tradujo al Argentino desde que estuve fuera del país, el gusto por el folclore andino. Al saborear las comidas elaboradas y comercializadas por mujeres y hombres de la comunidad boliviana, que hoy puede disfrutarse en tantos sitios de la provincia, con distintas variedades de papa, maíz, ajíes, y quinoa, aprendí a valorar la biodiversidad de las plantas domesticadas en América, el intercambio cultural y la ternura del quechua. 

De todas estas historias, y de muchas otras, se aprende a valorar la educación en territorio, en distintos departamentos de la provincia donde se desarrollan actividades productivas y se mantiene la diversidad cultural. Desde los departamentos en los que ofrecemos nuestras carreras, en nuestras sedes, se cruzan distintas historias de personas que trabajan en la producción ganadera, minera, agrícola, a las que se suman la producción de energía y conocimiento; se completan las historias de mis abuelos y se incorporan otros actores y actrices, como los puesteros y puesteras del Noreste de Mendoza, muchos de ellos de origen e identidad Huarpe, que con su trabajo acumulan nutrientes en forma de guano con el que fertilizan las fincas, además de trabajarlas en la temporada de cosecha. Tanto en Malargüe, como en General Alvear, San Martín y Valle de Uco, de estas historias y experiencias de vida surgen debates sobre el uso de los recursos y el territorio, la distribución y gestión del agua, el suelo, los minerales. Debates que la universidad en general, y la comunidad de FCEN en particular, pueden mediar, compartiendo nuestros saberes y experiencias, siendo referentes del diálogo y la resolución de conflictos. 

Desde la ciencia, a la que llegué como investigadora de Conicet y docente-investigadora de la UNCUYO, con estas historias se entretejen las que cuentan los árboles, las rocas, los sedimentos, los isótopos estables y otros analitos de la madera, del agua de la Cordillera y de los pozos de Telteca, del aire, que con la ayuda de análisis estadísticos y simulaciones enriquecen la historia ambiental resguardada y transmitida por sus actores y actrices.

Mi educación primaria en una escuela privada, hasta que dije: “Quiero ir a la escuela pública”, mi secundaria en el Liceo Agrícola y mis estudios universitarios en la Universidad Nacional de Córdoba (porque no estaba FCEN en Mendoza), se las debo a la decisión de mis familiares de inmigrar a este país, donde la educación pública es un derecho humano. Mi retorno a Mendoza en 2007, después de 10 años en el exterior, en Estados Unidos, con viajes de campo a las sabanas africanas y bosques del Miombo, también se lo debo a oportunidades dadas por políticas de fortalecimiento del sistema científico tecnológico y educativo como el programa de repatriación científica. Y la valoración y entendimiento sobre otros actores y actrices que continúan construyendo nuestra provincia, como los pueblos y comunidades originarias, se los debo a la oportunidad de trabajar con ellos y ellas mediante financiamiento de proyectos científicos. 

Y esa es la historia que queremos continuar, desde el lugar que nos toca ocupar en estos próximos cuatro años de gestión. La historia de muches, de posibilidades, sueños, que pueden materializarse gracias a una educación pública como derecho humano, gratuita, cada vez más inclusiva, cada vez de mayor excelencia y calidad, que resulte en oportunidades laborales y de vida para todos, todas y todes, en un país en donde podamos mostrarnos como somos, conservar nuestra identidad, ya sea sobre nuestros orígenes, nuestro género, nuestra diversidad de opiniones, creencias y pensamientos. Para que quienes elijan nuestro suelo, y quienes nacimos aquí, descendientes de inmigrantes y de pueblos originarios, podamos seguir enviando a nuestres hijes a la escuela, a la universidad si así lo deciden, incluso si viven en el interior de nuestra provincia. Para que la educación que reciban les permita trabajar y vivir dignamente, insertarse social y laboralmente en cualquier lugar del mundo, pero también retornar, y seguir escribiendo esta historia.  

Desde nuestro lugar en las Ciencias Exactas y Naturales aportaremos nuestro entusiasmo y curiosidad sobre el mundo, sobre cómo funcionan las cosas, el uso de la tierra y distribución de recursos entre las áreas no irrigadas, los hornos de ladrillo y los oasis irrigados, en los que participan pueblos originarios de Mendoza, y descendientes de inmigrantes de América y otros continentes; las causas del abandono rural, el funcionamiento e historia del universo, de la vida, el clima y la geología de nuestro planeta, que reconstruimos estudiando la química, la física y la matemática de la vida. Queremos contagiar ese entusiasmo en jóvenes y niñes, formando profesores que multipliquen las vocaciones científicas, investigadores que produzcan conocimiento básico y aplicado, tecnologías libres para la transición agroecológica o patentables, vinculándonos con empresas estatales y privadas. Estudiantes y egresades que encaren los problemas actuales desde una visión multidisciplinaria, sin miedo a la diversidad, a la comunicación, a la disidencia, a escuchar distintas opiniones e incluso críticas. 

Para ello contamos con el apoyo del equipo de trabajo de nuestra Facultad, estudiantes, docentes, investigadores, personal de apoyo académico, nuestros compañeros y compañeras que administran el edificio, el personal de las empresas de limpieza y seguridad, y del buffet, que nos cuidan continuamente. Todas y todos aquellos que hicieron posible que hoy estemos aquí.

Contamos con los nuevos compañeros y compañeras decanos, decanas y vicedecanos y vicedecanas, con quienes trabajaremos junto con otros miembros del Consejo Superior para seguir construyendo y fortaleciendo la universidad pública, gratuita, laica e inclusiva que todes queremos. Cuento y espero que también ustedes, en su vida personal, cuenten con un grupo de familiares y afectos que se dedican a las tareas de cuidado de nuestras personas queridas, hijes, madres, padres, a quienes agradezco de corazón.

Contamos con el apoyo de la rectora y el vicerrector, que desde el inicio han mostrado un enorme cariño e interés por nuestra facultad, ¡incluso apoyando activamente la gestión para la construcción de un nuevo edificio de FCEN en el campus universitario! Un edificio que nos permitirá integrarnos aún más, fraternalmente, a la vida universitaria, incluyendo a nuestras sedes territoriales, y a las otras Unidades Académicas que conforman nuestra Universidad Nacional de Cuyo.

En fin, durante estos 4 años que tenemos por delante pretendemos compartir humildemente con la comunidad universitaria y con la sociedad nuestros saberes, valorando y aprendiendo de las historias y experiencias de aquellas personas en todo el territorio que hacen esto posible, que trabajan a la que nos debemos, reconociendo y continuando el trabajo de quienes soñaron e hicieron esta patria y esta provincia”.


 

imagen La decana, Dra. Julieta Aranibar (derecha), le toma juramento a la Vicedecana, Lic. Florencia Tarabelli (izquierda).

La decana, Dra. Julieta Aranibar (derecha), le toma juramento a la Vicedecana, Lic. Florencia Tarabelli (izquierda).

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