Los dos guías municipales que se encuentran en el sitio no resultaron suficientes para evitar que los visitantes se acercaran a las piedras donde están los petroglifos.
Como consecuencia de ello, el suelo en torno a los bloques se erosionó y hay riesgo de que se desmoronen. Por eso, la comuna de Las Heras y especialistas de la UNCuyo decidieron restringir el acceso al lugar mientras se estudian medidas de remediación.
Desde hace unos días, quienes desean visitar el cerro deben pasar primero por el informador turístico de Uspallata o por la delegación municipal.
Allí, se les detallan los motivos de la restricción y se organizan los grupos -de no más de cinco personas- que pueden acceder al parque arqueológico.
Además, se cerró el acceso al sendero de 150 metros que vincula los cuatro bloques de piedra donde están los 18 grabados (una especie de raspado sobre una pátina negra que cubre la roca), con una antigüedad de entre 500 y mil años.
El arqueólogo Víctor Durán, investigador del Laboratorio de Paloecología Humana (de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, de la UNCuyo), comentó que hace unos cinco años trabajan con la comuna en el sitio.
Pero en el último, han notado un marcado deterioro del suelo. Esto, porque si bien no está permitido, los visitantes se acercaban mucho a las rocas con las pinturas y dejaron huellas alrededor.
Estas se convirtieron en reservorios del agua de lluvia, lo que provocó mayor erosión y el riesgo de que los bloques de piedra se deslicen y colapsen.
De ahí que los especialistas y el municipio decidieran restringir el acceso al parque. El subdirector de Turismo de Las Heras, Celso Boccolino, reconoció que se trata de una medida drástica, que no fue bien recibida por los operadores turísticos, aunque sí por la comunidad, pero que resulta necesaria para la conservación de este patrimonio arqueológico irreemplazable.
Boccolino contó que hace unos días estuvo en Uspallata Racso Fernández, arqueólogo y antropólogo cubano, especialista en arte rupestre, quien les resaltó que el sitio debería inspirar respeto.
En un taller del que participó la comunidad, explicó que se trata de un área sagrada para los pobladores originarios, ante la que se tendría que adoptar la misma actitud de veneración que se tiene en una iglesia o templo.
Si bien el funcionario adelantó que es muy probable que ya no se puedan ver los petroglifos desde tan cerca como hasta ahora, indicó que la reducción de alrededor de 80% de la cantidad de visitantes se mantendrá sólo hasta que se terminen los estudios.
Durán agregó que en el mes de octubre pretenden cuantificar el impacto que se ha generado en el cerro -los petroglifos en sí no han sido dañados- y en función de eso determinar qué medidas se pueden adoptar con el objetivo de revertir el deterioro.
La primera de ellas es plantar nuevamente vegetación nativa para recuperar el suelo. También esperan que con la modificación del recorrido del sendero se vuelvan a acercar los tunduques, pequeños roedores de la zona que se trasladaron a otros sectores.
Otra de las alternativas que se estudia es crear un observador, una especie de plataforma sobre una loma cercana desde la que se puedan apreciar los grabados a cierta distancia.
Asimismo, han proyectado una escuela patrimonialista de alta montaña, en un espacio de la delegación municipal.
Se tratará de un museo, donde se recibirá al visitante para explicarle lo que verá en el Parque Arqueológico Cerro Tunduqueral y se le mostrarán imágenes y fotografías en paneles. También se le brindará información de varios sitios representativos de Uspallata, como el Cerro Siete Colores.
Los petroglifos casi desaparecen en los '70
Víctor Durán, investigador del Laboratorio de Paloecología Humana (de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, de la UNCuyo), detalló que los grabados en la piedra fueron descubiertos a finales de la década del '50 por el arqueólogo Juan Schobinger, quien comenzó a estudiarlos.Sin embargo, en los '70, una empresa, que estaba construyendo un terraplén para un puente sobre el arroyo Uspallata, dinamitó parte del cerro Tunduqueral.
Afortunadamente, el revuelo que generó Schobinger logró frenar la destrucción del sitio y a partir de entonces se conoció y empezaron a llegar los visitantes.
Durante un tiempo la concesión del parque arqueológico estuvo en manos de privados y hace seis años se convirtió en municipal, con un plan de manejo que diseñaron en conjunto la comuna y especialistas de la UNCuyo.
Precisamente la tarea que emprenderán ahora es la de revisión de esa política de uso, para reducir el impacto de la gente que va a lugar.
Fuente: Diario Los Andes